Uno de los conceptos con los que nos encontramos cuando nos adentramos en el mundo del diseño gráfico es el de “briefing”. Una palabra que todos utilizan, pero que no siempre se comprende. En principio es una idea muy básica: el briefing es un esquema de los requisitos del cliente. Así, una vez nos reunimos con un cliente, nos explica lo que desea, ya sea una web, un cartel para un evento, un logotipo, o lo que sea. Es entonces, cuando llegamos a nuestra oficina (o en casa), cuando nos ponemos a escribir el briefing.
Existe también la opción de que el cliente tenga unos conocimientos del mundo del diseño, entonces probablemente nos dé ya su briefing hecho. Esto sería un escrito que detalla un conjunto claro de objetivos que debe cumplir nuestro encargo. Aquí entran valores estéticos, desarrollo de la marca o cualquiera otro criterio. También nos encontramos en algunas situaciones con objetivos más vacuos, del estilo: aumentar la notoriedad del perfil. Ahí es cuando el diseñador debe poner en marcha sus herramientas creativas para llevar a cabo el objetivo. El briefing es importante en tanto que delimita el objetivo y hace comprender a ambas partes (cliente y diseñador) lo que se pide.
En la mayor parte de los casos nos encontraremos con que el cliente no tiene muy claro lo que quiere, y el briefing se convertirá en una mera conversación (presencial o telefónica). En este caso es importante tomar notas y hacer preguntas hasta que tengamos completamente claro lo que se nos está pidiendo. Parece que este método es peor, pero realmente, al no estar tan sujeto a un texto, aporta algo más de creatividad por parte del cliente y podemos sacarle ideas que ni siquiera se había planteado. Sea como fuere, recomendamos que, acabada la reunión, definir y delimitar el briefing y enviárselo al cliente por e-mail, por un lado para concretar lo que se nos pide, y, por otra parte, para confirmar que hemos entendido la propuesta.
No podemos olvidarnos de que el cliente no siempre sabe lo que quiere. En ocasiones nos pide el rediseño de su página web, cuando lo que realmente necesita es una campaña de marketing, o a veces quieren tener muchos seguidores en twitter o Facebook pero no tienen a nadie que actualice su contenido. Aportar nuevas ideas al cliente y mantener la mente abierta en ocasiones ofrece un valor añadido a nuestro producto, que sin duda nuestro cliente agradecerá. No siempre hay que hacer lo que se nos pide sin plantearlo, sino más bien hay que proponer la mejor solución a nuestro cliente cuando tengamos realmente claro lo que necesita.